miércoles, 12 de mayo de 2021

Notas sobre Gestión de la intervención

 


La función de la gestión de la intervención en el campo proteccional es configurar las condiciones de posibilidad para que el proceso de acompañamiento e intervención resulte exitoso. La dimensión gestión suele ser obviada en los estudios de intervención con la consecuencia de que la operacionalización del diseño genera tantos problemas que dificulta o imposibilita la puesta en terreno del modelo.

Poner atención a la gestión de la intervención significa incorporar en el diseño, ejecución, monitoreo y evaluación del proyecto los siguientes componentes:

(1)  Selección del personal.

El recurso humano es el factor más importante y conformar un equipo idóneo es la primera tarea, que muchas veces no se realiza con los mismos estándares que hoy se despliegan en otras áreas laborales. El peso del reclutamiento recae enteramente en los organismos colaboradores. En el mundo de la empresa este ámbito se reconoce como un específico eslabón en la construcción de una empresa de excelencia. Ese entendimiento debe extenderse al campo proteccional. Los beneficiados con un proceso de reclutamiento bien realizado no son los organismos sino los niños y niñas que tendrán acceso a prestaciones de cuidado y acompañamiento de los mejores profesionales y técnicos posibles.

(2)  Capacitación.

El reciente estudio del Centro de Estudios Justicia y Sociedad (2019)[1] mostró los serios problemas en la formación del personal que trabaja en los programas de SENAME. Hay una cuestión estructural de la que hacerse cargo. Es necesario idear, implementar y evaluar procesos de capacitación permanente, pertinentes en su contenido e idóneos en las herramientas metodológicas empleadas. Es urgente abandonar capacitaciones exclusivamente en power point, capacitaciones sin evaluación y capacitaciones en temas no críticos. Esos tres rasgos son urgentes de implementar en este rubro.

Adicionalmente, es necesario recordar- aunque pueda parecer una obviedad- que todo proceso de aprendizaje requiere instrumentos de apoyo: libros, manuales, cartillas; hoy es necesario añadir:  videos, tutoriales, etc. Nada de esto existe en la actualidad. Ese vacío debe ser subsanado.

(3)  Acompañamiento.

La investigación ha mostrado que la supervisión de la práctica de trabajo social puede mejorar la entrega de servicios, desarrollar habilidades de trabajo social, mejorar la comprensión de la ética y los valores del trabajo social, aumentar la satisfacción laboral y proporcionar una defensa valiosa contra el agotamiento emocional y el agotamiento del personal. (Berger and Mizrahi, 2001; Mor Barak et al., 2009).[2]

Los equipos que trabajan en intervención con familias multiproblemáticas en contextos de pobreza y desigualdad social experimentan diversas tensiones. Algunas pueden ser abordadas desde el acompañamiento por algún actor o actora con experiencia profesional que ayude a mirar los casos, sobre todo los complejos, desde otro lugar, que colabore en los procesos autorreflexivos y que ofrezca herramientas de revisión de decisiones.

(4)  Control

La fidelidad al diseño del modelo debe ser controlada a través de micro y macro indicadores que permitan construir señales que anticipen los problemas y también señalicen los avances. El control suele ser asociado al castigo, los sumarios y las desvinculaciones, lo que genera un razonable temor y una distancia frente a esta dimensión. Pero en toda organización es necesario que el equipo directivo -para una adecuada toma de decisiones- tenga la más completa información respecto del funcionamiento diario de su institución. Esto en SENAME es difícil. En mi época de director nacional era imposible, por lo que debí implementar mecanismos propios de control diario de elementos mínimos (como número de niños presentes en centros administrados directamente y número de niños que debían estar en esos centros). Cada organismo debe construir su propio sistema de gestión de la información según los lineamientos técnicos y estratégicos que define. La carencia de un sistema es una señal de descontrol que incide directamente en el descuido de niños y niñas.

(5)  Universalidad de actores

Los modelos de intervención, en general, asignan relevancia o concentran su atención en determinados actores del sistema residencial, clásicamente, los profesionales, y suelen olvidar a la universalidad de actores que participan en la vida de la residencia. Nos referimos a manipuladoras de alimentos, personal administrativo, porteros, choferes, sobre todo educadores de trato directo, cuidadores del inmueble, voluntarios y miembros del directorio, si visitan regularmente la residencia. 

Todos deben ser incorporados en el diseño e implementación del modelo.

(6)  Condiciones de trabajo

También el citado estudio del Centro de Estudios Justicia y Sociedad (2019) pone de relevancia la variedad y el peso de este factor. No da lo mismo la condición laboral, ya que si los vínculos son inestables y frágiles difícilmente se generará compromiso con la misión y valores institucionales, con la gestión del cambio y preocupación por la autoformación. Este es un factor que incide en la calidad de la atención y el cuidado que reciben los niños y sus familias.

(7)  Liderazgo directivo

Este factor ha sido ampliamente estudiado en educación y algún estudio nacional (Reeves 2010)[3] lo ha mostrado como un factor explicativo de logros en sectores vulnerables. En programas sociales exige una especial atención. El liderazgo requiere una formación, un acompañamiento y un control diferenciados.[4]

 

 



1 Centro de Estudios Justicia y Sociedad (2019). Estudio para el fortalecimiento de los programas ambulatorios del Servicio Nacional de Menores. Centro de Estudios Justicia y Sociedad, Pontificia Universidad Católica de Chile y Unicef. También el problema aparece en Juretic, J. et al (2015). Definiciones conceptuales para un sistema integral de protección a los niños, niñas y adolescentes en Chile. Centro de Sistemas Públicos, Universidad de Chile, y UNICEF.

2 Berger, C. and Mizrahi, T. (2001) ‘An evolving paradigm of supervision within a changing health care environment’, Social Work in Health Care, 32(4), pp. 1–18. Mor Barak, M., Travis, D., Pyun, H. and Xie, B. (2009) ‘The impact of supervision on worker outcomes: A meta-analysis’, Social Service Review, 83(1), pp. 3–32.

3 Reeves, Matías (2010). Liderazgo directivo en escuelas de altos niveles de vulnerabilidad social. Tesis de Magister en políticas públicas, Departamento de Ingeniería Industrial, Universidad de Chile.

4 Johnson, L., Zorn, D., Kai Yung Tam, B., Lamontagne, M. & Johnson, S. (2003). Stakeholders' views of factors that impact successful interagency collaboration. Exceptional Children, 69(2), 195-- 209.


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