Cuando se acaba
un matrimonio, nadie discute los efectos sicológicos, emocionales y económicos
que impactan a la familia. Pero más allá de ello, en el último tiempo, abogadas
expertas en temas de familia están detectando tres fenómenos que se repiten incansablemente
en los juicios de divorcio. Primero: "Muchas mujeres del estrato alto
acusan injustamente a sus maridos de violencia intrafamiliar o de abuso sexual
para limitar derechos legítimos hacia sus hijos". Segundo: "Algunas
madres utilizan a sus hijos como mercancía con el objeto de obtener otras
cosas". Y tercero: "El gran tema de la compensación económica que
recibe el cónyuge que ha postergado su vida profesional en pos de la
familia". Aunque respecto de cada punto existen matices entre las
profesionales, donde hay unanimidad es en la urgente protección de los niños:
"Siempre los más postergados y desprotegidos".
Las tres
reconocen las bondades del nuevo sistema de tribunales de familia, "a
pesar de los múltiples problemas que aún tiene". Las tres son unas
enamoradas de lo que hacen y no aceptan llevar adelante juicios que vayan en
contra de lo que consideran justo y ético. Verónica Waissbluth, Porzia Sprovera
y Mónica Jottar, expertas abogadas en litigios de divorcio, desde sus años de
experiencia en el tema, hablan con propiedad de los nuevos escenarios de
conflicto que el fin de un matrimonio está provocando en las familias chilenas.
Hombres
"abusadores"
Mónica Jottar
señala que no tiene preferencias de género a la hora de elegir a sus clientes,
pero sí explica que "cuando un abogado dice que defiende a los hombres es
porque en algún minuto la legislación y la forma de aplicar la ley se prestaron
para muchas desventajas para los maridos. Por ejemplo, si no se cumplía con una
pensión de alimentos, había armas fuertes para hacerla cumplir, incluyendo el
arresto. Sin embargo, frente a un incumplimiento de visitas por parte de la
mujer, el tema era mucho más débil. Pero ahora ves que frente a incumplimiento
de regímenes de visita a favor de los padres, las juezas son drásticas. Nos ha
tocado la defensa de muchos maridos, padres de familia, que han sido
injustamente postergados. Muchas veces el papel de padre - esto es lo más
ingrato- se circunscribe sólo a un rol de proveedor, pero se le limitan todos
los demás derechos. Que pague la pensión, pero que no vaya al colegio; que no
entre a la casa, porque es violento, porque es gritón. Y muchas veces las
peleas entre cónyuges se deben a problemas conyugales no resueltos, pero no hay
una violencia real".
Porzia Sprovera
es enfática y señala sin rodeos que, aunque defiende a hombres y mujeres,
prefiere a los hombres. "Tengo una teoría", dice. "Creo que
actualmente en la sociedad el hombre está discriminado e inclusive está siendo
víctima sin siquiera tener conciencia. La mujer que se siente afectada o
agredida por su marido tiene un enorme aparato estatal que la ampara: el
Sernam, va al tribunal, las municipalidades tienen la casa de la acogida de la
mujer, etcétera, y la sociedad misma la ampara. En cambio, el hombre que es
agredido sicológicamente ni siquiera se atreve a plantearlo, no tiene nadie que
lo acoja y es descalificado socialmente. Las mujeres somos agresoras pasivas, y
no es raro que le diga: eres un bruto; la porquería de plata que traes a la
casa..., ¿eso no es una agresión?", se pregunta la abogada.
Y añade:
"Esto no significa que yo sea una defensora de los agresores, pero muchas
veces las mujeres utilizan el procedimiento de la violencia intrafamiliar - y
creo que está siendo sobreutilizado- con el objeto de obtener otras
cosas".
Mónica Jottar es
explícita en señalar que los abogados y los jueces están aburridos de las
denuncias infundadas de abuso sexual o de violencia intrafamiliar que
interponen muchas mujeres: "Para mí existe el abuso del abuso, porque
muchas veces para vulnerar el legítimo derecho de un padre para relacionarse
con sus niños, se inventan situaciones tan graves como un abuso sexual
inexistente. Éste es un tema grave y los jueces están investigando a fondo para
ver si efectivamente existe, para los efectos de poder suspender un régimen de
visitas. Eso ha aumentado bastante y duele cuando uno va legítimamente a pedir
visitas de un padre para un niño y te encuentras con una denuncia de abuso que
no tiene fundamento. Por supuesto que cuando es fundado uno lo entiende, pero
te encuentras con denuncias de este tipo todos los días, y como abogado yo no
puedo creer que el 90 por ciento de los padres chilenos abuse de su hijo. No
puede ser tan generalizado", señala.
Para esta
abogada también se ha abusado de la violencia, "porque cuando
efectivamente existe acarrea medidas drásticas, como por ejemplo, que el
supuesto ofensor no se acerque a la casa ni al colegio, entonces, ¿cómo
realizas las funciones de copaternidad si no puedes entrar al colegio de tu
hijo?", se pregunta.
Los niños como
mercancía
Verónica
Waissbluth también reconoce que defiende a muchos hombres: "Lograr que un
papá vea a sus hijos para mí es impagable; no me importa cuántas horas tenga
que pasar en vela. No es que defienda a los hombres como género, pero ando
bastante a la par. Lo que pasa es que yo atiendo gente de nivel socioeconómico
alto, y en ese estrato hay un porcentaje muy grande de mujeres que no trabajan,
y yo no empatizo con la mujer que se queda en la casa porque quiere ir al
gimnasio y a la peluquería. O sea, yo no estoy de acuerdo con la mujer que cree
que el matrimonio es un seguro de vida y que, si se separa, el marido la tiene
que seguir manteniendo igual. Eso me ha hecho que defienda a más hombres.
Tampoco quiero generalizar, porque hay algunas mamás que se sacan la mugre por
sus hijos y que sufren porque los hombres se aprovechan de su poder económico,
y esos casos los tomo encantada", afirma.
A pesar de ello,
para Verónica Waissbluth "desgraciadamente hay muchas mujeres que
consideran a los niños como una mercancía. Hay algunas que los entregan a los
padres porque les es cómodo; a veces cuando te encuentras con casos así son
mamás que no se preocupan mucho. Y esto de mantener la tuición también tiene un
factor económico. Es decir, hay mamás que cuidan a los hijos porque les
significa una entrada mensual... hay hartas". Pero también ve el otro lado
de la moneda: "Hay un porcentaje abismante de hombres que se separan de la
señora y al mismo tiempo se separan de los hijos, y no les interesa volver a
verlos y a los que les da lo mismo la plata; también está lleno".
La mujer y la
compensación económica
Para las
abogadas es un tema que va directamente relacionado con el nuevo rol de la
mujer en la sociedad, y que a fin de cuentas les exige más que antes. Mónica
Jottar señala: "Hay que hacer un distingo entre lo que era la mujer de
hace algunos años y lo que es la mujer actual. Si yo fuera jueza, miraría con
distintos ojos el divorcio de una mujer de 60 años y el de una mujer de 30,
porque el rol de la mujer ha cambiado. Antes era dueña de casa, madre, cuidadora
de los hijos - no digo que ahora no lo sea- , y por eso sufrió una postergación
mucho mayor que la mujer que en la actualidad tiene la posibilidad de trabajar
o que trabaja. En mi criterio tiene que ser compensada en forma muy
distinta".
Mónica Jottar añade:
"La compensación económica es una suma de dinero que se regula para aquel
de los cónyuges que por dedicarse al cuidado de los hijos postergó su ejercicio
profesional, y esa postergación le trajo un menoscabo económico. Pero si estás
frente a una mujer profesional donde no ha habido una postergación, ¿puedes
sentar un menoscabo?".
Sin embargo,
para Verónica Waissbluth la nueva ley de matrimonio civil es
"absolutamente injusta con la mujer que trabaja", y señala que en
general las compensaciones económicas decretadas judicialmente - ante un
divorcio- han sido muy bajas. "Mi visión personal es que el tema de la
compensación económica debiera ser modificado, porque es injusta para ese
perfil de mujeres. No hay cómo determinar las razones por las cuales una mujer
profesional dejó de trabajar o no trabajó porque quiso o porque fue una
decisión de familia; es súper complicado. Si tomas 20 mujeres profesionales que
han trabajado durante todo su matrimonio, en general, el marido tiene más, y la
mayoría de los bienes están a su nombre. Aunque esa mujer haya puesto todo su
sueldo en la casa, en los niños, en las vacaciones, con la actual ley no tiene
ninguna posibilidad de ser compensada. Hoy sólo se beneficia a aquellas
personas que dejaron de trabajar o lo hicieron menos de lo que podían o querían
por cuidar a los hijos y la familia. ¿Pero qué pasa con la mujer que aparte de
trabajar también estuvo al cuidado de la familia y los hijos? Esa quedó debajo
de la mesa". Pero a Verónica Waissbluth tampoco le parece justa la otra
cara de la moneda, que el patrimonio familiar se divida en dos.
Porzia Sprovera,
es tajante al hablar de la libertad de las mujeres que trabajan. Asegura que si
ellas prefieren comprar muebles en vez de acciones en la Bolsa - como lo hace
el marido- es su problema. En este sentido, prefiere defender a hombres porque "tienen
una postura más de igualdad". Explica: "La mujer habla mucho de la
igualdad, pero en término de derechos y no de obligaciones. La mujer parte de
la base de que yo no trabajo. No estoy hablando de señoras que tienen cinco
hijos y se hacen cargo de la casa. Estoy hablando de mujeres de buen nivel
socioeconómico, con la capacidad intelectual y la infraestructura dentro de su
casa como para tener una actividad remunerada. Y dicen: yo no trabajo. ¿Y qué
pasa si el marido dice: yo tampoco trabajo. Según la ley, la obligación de
contribuir a la mantención de la familia común es igual para el padre y la
madre, pero no sé de dónde sacamos que por el hecho de ser mujeres no tenemos
que trabajar'.
Fuente: Revista
Ya de El Mercurio, 22 de agosto de 2006
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