martes, 11 de julio de 2023

El palacio de tribunales, descrito por Carlos Peña

 


"El palacio de calle Compañía es una extraña mezcla de solemnidad y de pobreza. En sus recovecos interiores hay de todo. Mármol en las escaleras; oficinas caprichosas como diseñadas por un Gaudí ordinario y tosco, divididas una y mil veces con cholguán, madera terciada y otros desechos; maderas nobles en algunas de sus salas; anafes para la hora del té en casi todas; mantas escocesas para el frío y también para evitar que el traje se ponga brilloso; libros y códigos; bellos muebles centenarios; calendarios con avisos de martilleros públicos para ordenar la agenda; retratos de jueces que ya se fueron; tarjetones escritos con plumón; hojas cosidas con hilo de volantín (del diez y, por supuesto, sin curar); hombres de gris con traje y chaleco tejido a palillo; poca luz; algunas mujeres con traje dos piezas; abogados de diverso talante, algunos tan nerviosos como sus clientes; estudiantes algo desaprensivos que miran con tibio pavor la suerte que les espera; gendarmes algo sedentarios y excedidos de peso que vigilan; ascensores con rejas de bronce de los años cuarenta, y, era qué no, periodistas debajo de una escalera casi a la entrada, mirando un televisor de catorce pulgadas, justo allí donde principia el mármol."

(Carlos Peña, 2 de octubre de 2005, columna en El Mercurio, El nominado)

 

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