Claudia Hernández, psicóloga, con amplia
experiencia en el trabajo con niños y familias del sistema de protección, Coordinadora de la Línea de
Investigación sobre Infancia & Niñez / Adolescencia & Juventud del
Centro de Estudios Abierto La Pala, publica periódicamente columnas en el sitio web del Centro La Pala. Fue
invitada a exponer su perspectiva en la comisión parlamentaria investigadora de
los abusos en centros residenciales.
Los invito a leer su más reciente columna
¿Adopciones irregulares/ilegales ayer
= adopciones legales hoy?
La adopción bajo la causal de la
inhabilidad parental.
El 11 de abril pasado salió a la luz
pública el reportaje que daba cuenta de adopciones “irregulares”- o ilegales-
durante la década de los 70-80 de recién nacidos y nacidas que eran puestos a
circular de una familia adinerada a otra, sin el consentimiento de sus jóvenes
madres y/o padres. Dicho de otro modo,
un embarazo fuera del matrimonio de una familia de la clase alta era
inaceptable, tanto así que se decidió tomar a ese o esa recién nacido, y
ponerlo en otra familia del mismo estrato social para su inscripción y
filiación en ella. En la más absoluta e ilegal coalición entre médicos, y sus
consecuentes hospitales o clínicas, matronas, abogados y sacerdotes, tomando a
ese recién nacido como total objeto de intercambio. Amparados en el discurso de
hacer el “bien”, alojaban a los niños o niñas objeto en el seno de una familia
que los deseaba y que no podía tener hijos. No quedaba registro de este
transitar, ya que la partida de nacimiento, aquélla que firma el médico a cargo
del parto, era adulterada para poder inscribir al recién nacido en el Registro
Civil y obtener así su estatuto de ciudadano concretizado en el Certificado de
Nacimiento. Se lograba así borrar todo rastro de la madre biológica y, por
ende, de su historia de origen.
El efecto de esta noticia, provocó la
unión y organización de personas que tienen el mismo objetivo; buscar a sus
familias de origen y buscar a sus madres biológicas porque no saben si fueron
cedidos en adopción de manera voluntaria,
o si esas mujeres fueron
engañadas por sus propias familias, diciéndoles que sus hijos o hijas habían
nacido muertos.
Se unieron estos “hijos del silencio”,
que fueron desgarrados de un linaje, de sus tradiciones, valores e historia
para ser insertados en otra familia
donde yacía el silencio y ocultamiento de esta parte de su memoria. Algunos
sabían de su condición de “adoptados” desde pequeños, otros supieron ya siendo
adultos. Hoy, como grupo, dicen que su
objetivo no es una cacería de brujas ni la búsqueda de responsabilidades, sino
que “lo central es cerrar círculos y ayudar a las personas a encontrar su
pasado y su vida”[1]. Buscar sus orígenes biológicos, considerado como un
derecho a exigir y resguardar.
En la plataforma virtual creada para
confluir en esta causa (www.nosbuscamos.cl), al 18 de mayo existían 1100 hijos,
hijas y padres intentando encontrarse[2]. Paralelamente, en Argentina, en marzo
recién pasado se estrenó un documental llamado “Nacidos Vivos”, el cual da
cuenta de los numerosos casos de hijos que buscan sus orígenes, cuyo número en dicho país hoy asciende
aproximadamente a los 3 millones de personas. Si bien al otro lado de la
cordillera las Abuelas de la Plaza de Mayo con su infatigable y admirable lucha
lograron instalar la relevancia de la historia en la constitución subjetiva a
propósito de los secuestros permanentes a los que fueron sometidos sus nietos y
nietas (cerca de 500 durante la dictadura militar) creando así el Derecho a la
Identidad, incluida en la Convención Internacional de los Derechos del Niño
(CIDN), aún así, su alcance no es transversal.
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