"La
Santa Sede es un sujeto soberano de derecho internacional, poseedor de una
personalidad jurídica original, autónoma e independiente de cualquier autoridad
o jurisdicción. En esa calidad firmó y ratificó la Convención de Derechos del
Niño. Ello la obliga, al igual que a todos los estados partes, a presentar
informes periódicos ante el órgano responsable del monitoreo del tratado, el
Comité de Derechos del Niño. La Santa Sede sólo había presentado su primer
informe y, a diferencia de la gran mayoría de estados partes, no había
concurrido ante el comité. Al fin, este jueves, la Santa Sede presentará sus
informes periódicos segundo, tercero y cuarto, que debían presentarse en 1997,
2002 y 2007, respectivamente, —que incluyen información desde 1994 hasta principios
de 2010— como un solo documento consolidado a ser examinado.
Una primera lectura de este informe[1] observa
un discurso diplomático correcto pero carente de suficientes explicaciones
frente al escándalo de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes en todo el
mundo contra niños, niñas y
jóvenes. Las apenas tres páginas que el
informe destina a este tema exhiben una arrogante perspectiva sobre un drama
que ha provocado alarma mundial. Con una retórica de burócrata el informe no
habla desde el lugar de las víctimas, no menciona su voz, ni expone la
responsabilidad institucional en este sentido.
Creo que el Comité será especialmente
duro con los representantes de la Santa Sede, que demoraron tanto en presentar
este informe, y que sólo entregan una cerrada visión interna muy lejos de eso
que se proclamaba hace una cuarentena de años. ..."
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