“Supe del
trajecito de lana cuando tenía 15 años y mi madre me contó la verdad. Yo lo
intuía porque, a diferencia de ella, tengo ojos claros y piel blanca. Ese día
la escuché hablar con una tía sobre mi origen. Y entonces la encaré y me contó,
con mucho dolor, lo que había ocultado por años. Me dijo que la mujer que me
entregó a ella era una asistente social o una matrona –no se acordaba bien– a
la que había conocido antes y a quien le había hablado de su sueño de ser mamá,
lo que a esas alturas era difícil porque estaba en los cincuenta años y era
soltera. Esa mujer se comprometió a ayudarla y un día llegó contándole que
tenía una guagüita y que, para entregársela, necesitaba su carnet”.
Según le relató,
al día siguiente, esa mujer llegó a la casa con la guagua, vestida con el
trajecito de lana y un certificado de parto que indicaba a Alicia como la madre
biológica. Según el documento con el que la inscribieron en el Registro Civil,
Alicia la había tenido a las 40 semanas de gestación en una dirección que
corresponde a la Clínica Lira a las 19:50 horas. Pero Alicia jamás la parió.
Tras esa
confesión, Ester le hizo más y más preguntas a su madre adoptiva. “Quería
ayudarme, pero no tenía mucha más información y no se acordaba del nombre de la
mujer que me entregó”. Ester hizo una búsqueda preliminar en 2008, y supo que
la Clínica Lira (entonces ubicada en Santiago Centro) había sido clausurada por
abortiva. No consiguió saber mucho más. Siguió con su vida –se emparejó y tuvo
una hija– y el tema quedó en stand by.
Pero hace tres
meses, cuando estalló el caso Joannon y se enteró de que en los años 70 y 80
hubo madres adolescentes a las que engañaron, diciéndoles que sus hijos habían
muerto para darlos en adopción ilegalmente, se le apretó el corazón. “Una
corriente eléctrica me recorrió el cuerpo. Volví a sentir la urgencia de saber
y constatar que no era la única que necesitaba respuestas, me empoderó”, dice."
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