Mientras el personaje de Nicole (Johansson) prepara su
testimonio con su abogada Nora Fanshaw (Dern), su representante legal le llama
la atención cuando ella pretende declarar en el estrado que suele tomarse
alguna que otra copa de vino y que uno de sus «puntos débiles» puede ser
insultar (con diminutivo cariñoso) a su hijo cuando este se pasa de la raya:
“Te voy a parar ahí. La gente no tolera a las madres que beben y
le dicen a su hijo ‘cabroncete’. Lo entiendo, yo soy igual. Un padre
imperfecto es aceptable. El concepto de buen padre sólo se inventó hace unos 30
años. Antes era normal que los padres fuesen callados, ausentes, poco fiables y
egoístas. Claro que queremos que no sean así, pero en el fondo los aceptamos.
Nos gustan por sus imperfecciones, pero la gente no tolera eso mismo en las
madres. Es inaceptable a nivel estructural y espiritual. Porque la base de
nuestra patraña judeocristiana es María, la madre de Jesús, que es perfecta. Es
una virgen que da a luz, apoya incondicionalmente a su hijo y sostiene su
cadáver al morir. El padre no aparece. Ni para echar un polvo. Dios está en el
cielo. Dios es el padre y Dios no se presentó. Tú tienes que ser perfecta, pero
Charlie puede ser un puto desastre. A ti siempre te pondrán la vara más alta.
Es una joda pero es lo que hay”.
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